domingo, 23 de junio de 2013

BOLERO

Me acordé de ti para olvidarte ahora que ya no estás. Te aviso que nadie ocupa tu lugar. Recordándote, te he olvidado. Sólo dejaste sangre, rencor y olvidos en casa. La sangre del cocinero que asesinaste por el maldito chisme de Cristina la envidiosa ahora nos persigue. El pobre sólo nos visitaba por las tardes para traernos la comida sobrante de su trabajo. Sus hermanos hierven de rencor y por su madre nos enteramos que apenas te aparezcas cobrarán esa sangre con otra sangre. Antes de despedirnos para olvidarte, te recuerdo que aquí nos abandonaste, aquí nos dejaste. Antes de borrarte te cuento que, a la mañana siguiente de que asesinaras al cocinero, llegó la policía preguntando por ti, pero nada sabíamos de la tragedia. Los gendarmes entraron a la casa sin pedirlo, revolvieron los cajones para pepenar los anillos, los aretes y las pulseras, además arramblaron con los míseros billetes que guardaba en el monedero, esculcaron en la alacena y destrozaron un cuadro para arrancar tu fotografía, después se largaron azotando las puertas y gritando chingaderas por la vecindad, aunque olvidaron tu rostro desarraigado, hasta ellos se olvidan de ti. Ahora te recuerdo que fuiste el único hombre que entró en mi vientre, al que le ofrendé mis senos, le abrí el compás de mis piernas y el único a quien le murmuré no mi amor, sino el deseo con tu mástil mayor entre mis labios susurrándotelo. Si bien te va, allá estarás tú carcomiéndote en tu soledad. El olvido tú lo pagarás. Aquí nos dejaste, aquí te olvidamos. Tu hijo cuando preguntaba por ti, se desesperaba de que no llegaras a casa por las noches. El niño ahora no tiene leche, aunque ya no pregunta dónde estás, pues cansado de esperarte ya se olvidó de ti. También tu nombre lo he tachado de mis recuerdos. Para Abuela ya no existes, para mí tampoco, así que donde te encuentres, haz lo que sabes: busca una mujer que planche tus silencios, lave tus ausencias y sazone con vinagre ese humor de perros que agüita tu carácter. Aquí nos abandonaste, aquí nos despedimos. Aquí te libero, ya que tus penas las compurgarás ya en el infierno de tu desdicha. Tu recuerdo descansa en la paz de un sepulcro sin nombre. Nada sabemos de ti. Allí te dejamos, aquí te olvidamos, amor de mis ayeres.

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Nombre: Javier Perucho
Alias
Sitio webJavier Perucho
País: México

4 comentarios:

  1. No lo creo, aunque esperemos el dictamen de los contribuyentes y del lectorado.
    Otro abrazo desde Axolotitlan

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  2. Ay, Javier, has introducido tantas realidades de todos los días en un texto con varios momentos de tensión, de un personaje que algo agradece a la vida.

    Un placer leerte, con o sin contribuyentes :-)

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  3. José Luis, atesoro tu tiempo de lectura.

    JP

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