Manuel sigue en la terraza, es su faro iluminado, el que arremolina los vientos de cada día. Cuando cae la tarde verde y azul para convertirse en color azafrán, parece que nadie se acuerde que algunos cristales se rompieron a mediodía Estuvo la mesa puesta, llena de alimentos del mar. Comimos a ratos. Ha faltado un buen vino, pero no han sobrado las palabras, esas que no se lleva el viento. Mientras los barcos navegan mares adentro, la siesta ha rondado con serenidad, las autovías se quedaran desiertas. Los movimientos van en otras direcciones, la brisa juega con ellos. Con ellos llega la noche oscura, entonces debutará la tristeza y reinará la melancolía. Las bicicletas soplaran con los vientos de otra parte por orillas de soledades miradas. Y las plantas volverán a dormir a la tierra cuando el asfalto traslade los vientos del norte al sur. Ahora que miro hacia la terraza, Manuel sigue allí.
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Nombre: carmen martinez marin
Alias: cabopá
Sitio web: ¡ay, maricarmen!
País: España
Una prosa de claro sentido poético.
ResponderEliminarGracias Pablo, nos vamos siguendo los pasos...
EliminarBesicos
Un soplo lleno de lirismo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gracias, Esperanza.
EliminarMe salen así las letras.
Besicos
Muy inspirado, Maricarmen,
ResponderEliminarBesos
El mar, los frutos del mar y la mesa bien puesta, siempre.
EliminarBesicos América.
Muy lírico tu relato, vas dibujando la tarde donde el viento es protagonista. Muy bueno.
ResponderEliminarJunto al mar nunca falta el viento, ya sea del norte o del sur.
EliminarGracias Moli por llegar hasta aquí
Besicos
Sensualidad eólica en cada vuelta o movimiento de este viento que se transforma en protagonista.
ResponderEliminarEra un vendaval y el aire llegaba con fuerza.
EliminarBesicos
Poesía hecha palabra. Palabra hecha imagen.
ResponderEliminarLo estoy viendo
Patricia, gracias, gracias.
EliminarEres muy amable, viniendo hasta aquí.
Besicos (Todavía te recuerdo del año pasado, fue cuando te conocí)
Un relato bonito que describe la soledad. Todo ha cambiado, menos Manuel, que "sigue allí"
ResponderEliminarSaludos.
Sí, Beto, los sentimiento no se los lleva el viento por muy fuerte que arrecie.
EliminarBesicos
Bonito viento que va y viene con las emociones. Y ese Manuel que sigue allí.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias, Ana los vientos vienen y van cómo las palabras juegan con las letras, de todas las maneras, el caso es no dejar de soplar.
EliminarBesicos
¡Bellísimo! Me quedaría allí, en la terraza como Manuel,espectador privilegiado. Emocional y sensorial relato. Me encantó, Cabopá.
ResponderEliminarAbrazo grande.
San Montelpare
cuando quieras Sara, yo también tengo una terraza, así que si vienes por aquí oiremos el viento juntas.
EliminarBesicos
Hay una permanencia en todo esto, un soplo, y algo que siento a soledad compartida, en los silencios y en los sonidos que vienen del mar.
ResponderEliminarLindo :-)
Gracias Joseluis,
EliminarLa soledad está en la mesa,el viento la trae y la lleva, serán los silencios de Manuel...
Besicos
Me gusta el mecer de tus oraciones, el ritmo del oleaje sintáctico, el vaivén de las palabras que vuelven de donde vinieron: de dentro.
ResponderEliminarBesotes enmanuelados
¡Gracias profesor!
EliminarTú, sí que sabes encontrar las palabras justas, ya sean de dentro o de fuera.
Besicos, Manuel
es bueno que en medio de los vaivenes haya una constante. Hermoso.
ResponderEliminarSí, soplar siempre produce vaiven, al menos a mí
EliminarGracias por tus palabras, Miguelángel.
Ahora sí, Carmencica, que te he leído. Qué melancolía. Se nota que la sangre se te mueve ahora a olas que te llegan al pecho. Se nota. Debe ser porque has debido hacer sitio ahí justo para que quepa uno más. Y cuando uno hace sitio lo mueve todo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme y uno chiquito.
Ay, Miguelángel que cosicas más bonicas dices.
ResponderEliminarMuchos besicos, amigo.